Permítanme ser honesta y directa, como siempre: cuando un nuevo cliente llega a mi oficina con un caso desordenado y me dice que un “notario”, un “consultor de inmigración” o un “gestor” le aconsejó sobre su estrategia legal, mi reacción interna es una mezcla de frustración profesional y un profundo dolor por lo que pudo haber sido.
¡Un notario NO es un abogado! En los Estados Unidos, un notario público tiene la facultad de juramentar documentos. ¡Punto! No tienen licencia para practicar el derecho, no han estudiado las leyes migratorias federales, y no pueden representarlo ante USCIS o la corte. El consejo de un notario o un gestor sin licencia puede llevarlo a:
• Presentar la forma incorrecta: Perdiendo tiempo y miles de dólares.
• Perder una fecha límite crítica: Resultando en la negación de su caso o una orden de deportación.
• Cometer fraude: Al aconsejarle mentir u omitir información.
Mi advertencia es implacable: Los casos de inmigración son de vida o muerte legal. Requieren un análisis de elegibilidad bajo la ley federal, una estrategia legal sólida, y la experiencia de un profesional con licencia. Arreglar el error de un notario o un consultor no autorizado es siempre más costoso, más largo y más estresante que hacer el caso bien desde el principio.
No ponga su vida en manos de un consejo de café. ¡Consulte a un abogado de inmigración con licencia!